San Cipriano es la reserva natural del Pacífico, es decir, una selva subtropical con abundantes árboles, ríos y lagos. Esta reserva sorprende con su deslumbrante fauna y flora propia de la región de los Farallones y su paisaje húmedo. Ha sido nombrado por las Naciones Unidas como los ríos más puros del mundo y cuenta con una particular forma de llegar: las brujitas. ¿Ya conoces este medio de transporte?
Esta reserva está ubicada cerca al puerto marítimo de Buenaventura, por esta razón, tienes dos opciones para llegar. La primera es entrar a la capital de Valle del Cauca a descansar y recargar energías para el último tramo, para esto te recomendamos leer el artículo Conoce la ruta Bogotá – Cali. En general, el viaje demora 10 horas aproximadamente, con un recorrido de 517 km. Te encontrarás con 11 peajes entre $ 8900 pesos y $ 11 200 pesos.
Una vez estés en Cali, conduces hasta la vía al mar y continúas en la misma carretera, pasarás por Dagua y después Loboguerrero, y una vez hayas llegado a la vía Córdoba – Loboguerrero en el lado izquierdo de la carretera, podrás acceder a las brujitas que te llevarán a tu destino.
La segunda ruta consiste en no entrar a Cali, sino seguir por la vía Buga – Buenaventura. Esta ruta no te ahorrará mucho tiempo, pero sí podrás economizar costos, también te encontrarás con 9 peajes y deberás seguir la ruta Buga – Mediacanoa. Al cabo de un rato, habrás llegado a la vía Loboguerrero, de ahí hay que seguir las indicaciones anteriores. Pero ten en cuenta que esta es la vía de las tractomulas y vehículos de gran tamaño que se dirigen al puerto.
Cuando hayas llegado a la entrada, deberás dejar el carro en un parqueadero porque la única forma de llegar es por medio de las brujitas. Aquí comienza la travesía para descubrir estos paisajes naturales. Las brujitas son “carros” que circulan sobre la vía abandonada del tren y que son empujados por motos, así vas llegando al corazón de la selva por este medio de transporte artesanal a lo largo de 6 km. Su valor está en $ 8000 pesos ida y regreso.
Su población se remonta a la época de 1821, la cual fue fundada por 2 grupos de cimarrones provenientes del Chocó, de ahí su riqueza ancestral cultural y gastronómica herencia de las tradiciones del Pacífico Colombiano. El 83,7 % corresponde a bosque natural virgen, donde habitan tucanes, tortugas, colibríes, gavilanes, serpientes y osos perezosos.
Al llegar a la villa descubrirás el principal atractivo, aguas cristalinas y fuentes hídricas diversas para todos, desde aguas para principiantes y niños hasta aguas profundas para clavados. Esto es charcos, quebradas, cascadas, riachuelos, manantiales y 7 pozos profundos. La oferta recreativa consiste en canotaje, kayak, nado, buceo, senderismo, avistamiento de aves, camping y hasta agroturismo. Te recomendamos contactar una agencia que te guíe en esta aventura.
La cocina afrodescendiente incluye bebidas afrodisiacas como el arrechón o el viche fermentados de la caña de azúcar, y teniendo en cuenta su tradición podrás degustarlos en la villa, pero, para el almuerzo, podrás elegir entre uno de sus platos típicos de mar: pescado frito, cazuela de mariscos o encocao de camarón. Sin embargo, si prefieres algo típico del Valle, encontrarás sancocho de gallina.
El turismo es comunitario, por eso te encontrarás con emprendimientos familiares de restaurantes o recorridos guiados por las personas locales. Su principal diversión es el tubbing, el cual consiste en recorrer el río en un neumático flotando que te dará una sensación relajante.
El área protegida es de 85 000 km, su entrada tiene un costo de $ 2000 pesos por persona y no hay ruidos de vehículos. Esto se debe a que no circulan carros ni motos en los alrededores, por lo que solo escucharás los sonidos de la naturaleza.
Debes tener en cuenta que la desconexión es total, el wifi, los datos y hasta la señal del celular suelen ser escasos, por eso te sugerimos ir acompañado de personas locales. Tampoco existen cajeros, y la forma de pago es en efectivo.
Debido a las características del lugar, te sugerimos tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
Este oasis en medio de la naturaleza ha cautivado a muchos extranjeros y ciudadanos colombianos gracias a su oferta de desconexión total de la ciudad y la posibilidad de relajarte en medio de los árboles y el agua cristalina, e incitando a la tranquilidad. Su recorrido en auto desde Bogotá puede ser largo, pero valdrá la pena conocer a San Cipriano, uno de los rincones mágicos de Colombia. Al finalizar, deberás subir de nuevo a las brujitas para salir. ¡Anímate a hacer este paseo con tu coche!
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