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Imagina ese momento: tú saliendo del concesionario con tu vehículo cero kilómetros. Tus neuronas felices embriagadas en endorfinas y dopaminas. Tu impaciencia de contarle a tus familiares y amigos la noticia. Tu sonrisa permanente y ese reconfortante olor a nuevo que permanecerá en tu memoria por siempre. Doblas en varias esquinas y pasas varias calles en dirección a tu casa. Súbitamente, el odómetro susurra un imperceptible “clic” y tu mundo se paraliza cuando te das cuenta que tu vehículo ya no es cero kilómetros. Ya no hay vuelta atrás, esos 5 minutos de éxtasis se han convertido en una depreciación inmediata de aproximadamente 20%. El dulce olor a nuevo se vuelve cada vez más intenso y sientes la sensación de asfixia. Luchas para respirar, abres la ventana, pero el olor no se va. Intentas gritar y súbitamente te despiertas. Era una pesadilla. Rápidamente te levantas, corres a tu computador y abres ese artículo titulado “6 ventajas de comprar un carro usado”.